Los megalitos españoles y portugueses no poseen abundantes representaciones artísticas (grabados, pinturas y estelas), pero las existentes alcanzan una notable calidad, similar a las coetáneas existentes en Irlanda y Bretaña.
En la Península Ibérica, la mayor concentración de grabados y pinturas se produce en el área noroeste, de las Beiras a Asturias. Las pinturas, combinadas o no con grabados y piqueteados son destacables en el dolmen de la Capilla de la Santa Cruz (Cangas de Onís, Asturias), o en el de Dombate (Cabana, A Coruña), en el que una cenefa roja recorre toda la cámara. En general, los temas son pobres: líneas onduladas, en zigzag, dientes de lobo, todo ello rojo sobre blanco.
En la zona de Viseu (Beiras), los dólmenes de Juncais y Lubagueira poseen representaciones de hombres cazando, y en el de Antelas se recoge en el dibujo la importancia de un individuo en concreto.
De los grabados en piedra, además de las cazoletas o líneas simples, hay que recordar especialmente las figuras geométricas y las helioformes (forma de sol) de dólmenes y menhires galaicos. Sorprendente es la figura de un équido en una piedra del corredor del dolmen de Cubillejo de Lara (Burgos) y las decenas de formas (antropoformas, animales, solares) que se conservan en el Dolmen de Soto (Trigueros, Huelva).
Como también se recoge en Bretaña y en el Sena, en España se han encontrado estelas en Fonelas y Gorafe (Granada), que simbolizan a un único individuo en una losa recortada y grabada. Las estelas son un exponente de lo lejos que estamos de conocer los entresijos del fenómeno megalítico y sus fundamentos.
Y luego, para que se observe el cambio de contexto y utilización, nos deplazamos a la Edad Media o Contemporánea, para observar la transformación de lo humano (demasiado humano), en religioso. Se trata del Moyón de la Corralá en Aller (Asturias):