2.6.-Origen

Diferentes teorías de la génesis y desarrollo del fenómeno

Las primeras referencias escritas a los megalitos provienen de los Concilios de la Cristiandad, en los que se condenaba a las “grandes piedras” como lugares de culto paganos. Sin embargo no surgen estudios serios del fenómeno hasta la Ilustración francesa y británica.

En los siglos XIX y XX el desarrollo de las ciencias sociales, el romanticismo nacionalista, el panceltismo, y la unificación de criterios en el difusionismo universalista provocaron diferentes explicaciones sobre un único origen común de los dólmenes. La Teoría Orientalista (toda cultura de Occidente proviene de un foco Oriental, mucho más puro y perfecto), fue defendida por grandes historiadores como Gordon Childe, que se apoyó en la conexión Almería-Creta. Según el mismo, desde Andalucía se difundió el megalitismo hacia otras latitudes, degenerándose en el tiempo, hasta diluirse tras los dólmenes simples.

Los Occidentalistas, encabezados por el catalán Bosch Gimpera, creían en el origen luso (Tras os Montes y Beiras) de todo el fenómeno, y en la expansión de los túmulos, con cámaras cada vez más complejas, al resto de la Península y al continente europeo.

El desarrollo de los medios tecnológicos en la investigación (radiocarbono y termoluminiscencia), y las nuevas excavaciones, dinamitaron las dos teorías simplistas anteriormente descritas. El método del carbono 14 permitió fechar aproximadamente la edad de cada monumento, y el resultado no defraudó: en líneas generales, el megalitismo occidental surgió en varios focos independientes en Europa (Portugal, Bretaña, Inglaterra, Irlanda, Escocia, Alemania y Escandinavia), con al menos 1000 años de antelación al megalitismo oriental. De esta teoría, llamada poligenista o de los “focos aislados”, existen dos versiones de su singularidad. Renfrew supuso que en situaciones similares de vida se desarrollaron soluciones funerarias muy parecidas. Sin embargo Clark defendió que, con anterioridad al fenómeno, había un poso cultural que los pescadores trasladaron a los diferentes focos a lo largo de las costas atlánticas.

Parece claro pues, tras conocer las diferentes teorías, que en general no se sabe demasiado, y que hace falta seguir profundizando, ya que casi todas las visiones acogen posibilidades tan remotas como la existencia de un movimiento religioso común que cuajó en diversas ubicaciones o, cómo no, la irradiación por parte de seres de otros planetas de una ideología que instaba a los neocromañones a mover piedras de gran tamaño.

Simulación de movimiento de rocas por el hombre del Neolítico.

Dejando de lado semejantes divagaciones, sí parece evidente, tras la observación de las dataciones del carbono 14, que desde el foco del Norte de Portugal se desarrollaron y difundieron construcciones tumulares hacia:

  • 1.- Galicia y Cornisa Cantábrica;
  • 2.- Alentejo, Extremadura y Andalucía;
  • 3.- y por último, Meseta, Pirineo y Cataluña.

También el foco orientalista, vinculado a la difusión de las culturas de los metales, y basado en sus exponentes tholoi e hipogeos, se difunde desde Almería hacia:

  • 1.- Andalucía, Guadiana, Algarve, Región de Lisboa;
  • 2.- Murcia, Cataluña, valle del Ebro.