¿Qué aporta el dolmen a su entorno? ¿Qué aporta el entorno al dolmen?
Por última vez señalamos en esta introducción que las calidades paisajísticas y naturales son máximas en los alrededores de un dolmen, y que ello se debe fundamentalmente al aislamiento de la zona, o a la falta de interés económico de la misma. Esto no deja de ser otra forma de decir que el megalito se conserva por que no ha molestado, o ha estado a desmano.
La cruz se ha transformado en nuestros días en la cara de la moneda, ya que la naturaleza ha rematado la labor del hombre, generando el monumento verde por excelencia de la Península Ibérica.
Una vez explicado esto, es sencillo comprender lo que puede aportar el dolmen a su entorno: atraer ecoturismo de calidad, o explicado de otra manera, puede ser el reclamo para que curiosos ultramontanos, y vecinos desconocedores de su patrimonio, se acerquen a las piedras que tanto visitan los turistas.
A cambio el dolmen debe solicitar que su entorno se implique en la promoción, mantenimiento, y creación de accesos que realcen el monumento y su camino. Y lo que es más importante, que el monumento se conozca y valore por sus vecinos, para que el visitante, además de sentir que el dolmen se encuentra incrustado en un paraje, comprenda que las gentes de los alrededores son los herederos de los seres primitivos que lo construyeron, y por tanto, lo sienten suyo.
Parece desigual el trato: dinero por cariño. Pero si no es así, al menos los vecinos de las “grandes piedras” se sentirán suspicaces por la atracción que suponen las mismas, y así, es posible que se acerquen a observarlas. Y como bien ya se sabe, “el roce generará el cariño”.