3. 1 Megalito y el hombre

LAS OTRAS RELACIONES ENTRE EL MEGALITO Y EL HOMBRE.

Varias son las relaciones a tener en cuenta, y que merecen ser conocidas. La primera es la proximidad de dólmenes y cañadas. Hay estudios que confirman que la expansión del megalitismo seguía las rutas de la transhumancia. Ello es evidente en el caso de la Cañada Real Leonesa a su paso por la provincia de Toledo, ya que los dólmenes de Navalcán, Azután, La Estrella y Guadalperal (Cáceres), se encuentran a su paso.

Por tanto la trashumancia, que tuvo su punto álgido con la mesta, ya existía desde el Neolítico, y fue uno de los motores difusores de los enterramientos colectivos en túmulos. En tierras del País Vasco, Navarra, Aragón y Extremadura se confirma la proximidad de megalitos y cañadas; pero es en Salamanca donde mejor se ha estudiado esta circunstancia. En esta provincia castellana y leonesa, los dólmenes y los restos de los mismos, se asientan en los siguientes corredores:

  • Lumbrales – Villarmayor – Salamanca.
  • Ciudad Rodrigo – Salamanca.
  • Tormes (desde Alba hasta la sierra de Béjar).
  • Ciudad Rodrigo – Las Hurdes.

Destaca que los monumentos se encuentren en dos ejes ganaderos Este-Oeste, y en otros dos Norte-Sur.

La transhumancia se concibe en la actualidad como movimiento de ganado a mejores pastos. Sin embargo, en la antigüedad, era el ser humano el que perseguía las proteínas en forma de rebaños. También las glaciaciones y después las estaciones enseñaron al hombre a hacer grandes viajes en su devenir. Y al hacer dichos viajes, el ser humano llevaba consigo las mochilas culturales según las iba adquiriendo. El megalitismo fue una de las primeras.
Hay estudios que confirman que la expansión del megalitismo seguía las rutas de la transhumancia.

Otra gran relación unida a la que se acaba de argumentar, es la proximidad de calzadas romanas a los megalitos. Parece ser que los constructores hispanorromanos de infraestructuras utilizaban la senda que ancestralmente era trocha de ganado, en vez de improvisar un nuevo trazado. Dicha coincidencia se añadía a la labor romana de intentar sumar a su favor la espiritualidad de los pueblos sometidos al Imperio, y por esta razón, acercar la calzada al megalito era una forma de mostrar respeto a una cultura anterior.

Muy diferente es el caso de las antas capelas o la reconversión de dólmenes en capillas cristianas, como ocurre en Sao Dinis y Sao Brissos en el Alentejo, en la Capilla de la Santa Cruz en Cangas de Onís (Asturias), y Sant Jordi de Puig Seslloses en Folgueroles (Barcelona); o la cristianización de menhires o su transformación en cruceiros en todo el norte peninsular y pelourinhos en la Lusitania. Esta conversión de monumentos megalíticos puede observarse desde dos perspectivas: la primera es el acercamiento indigenista de los misioneros, que, por lo visto, preferían apropiarse del significado religioso de las grandes piedras; la segunda era la comodidad, ya que al considerarse el recinto un lugar sagrado, con unos mínimos cambios, el dolmen o menhir pasaba a tener una finalidad evangelizadora.

También los dólmenes y menhires fueron útiles de muchas más formas. La más rápida era el uso de la piedra para posteriores construcciones, pero también ha servido como cobertizo de pastores o caseta para los aperos agricolas en medio del campo. En épocas más recientes, la cámara también ha podido servir de puesto de tiro para cazadores, como ocurre en El Capitán (Murcia) o en Valencia de Alcántara. Más espectacular es el uso que se dio al dolmen de Azután (Toledo) en la Guerra Civil Española, ya que fue utilizado como puesto artillero y nicho de ametralladoras.